NO ES UNA LEYENDA
Esta historia parece un cuento de otra época, pero no lo es, es real como la vida misma, con datos y retratos de la época, que hoy en día aun existen.
Es la historia de Petrus Gonsalvus o Pedro González que nació en Tenerife, en torno al año 1.540, hay versiones distintas para su origen, la más extendida es la que dice que provenía de una familia acomodada. En cualquier caso, y según todos los indicios, parece ser que fue abandonado a las puertas de un monasterio del Sauzal, siendo un bebé.
Padecía una enfermedad llamada hipertricosis (provoca el crecimiento indiscriminado de pelo por todo el cuerpo debido a una compleja interacción de factores genéticos y endocrinos)
En 1547 viajo a Paris, se dice que fue un regalo de coronación de Enrique II, unas semanas después de la muerte de su padre el rey Francisco I; también se cree que habían llegado rumores sobre su existencia y fue el propio Enrique II quien quiso que Pedro residiera en su corte. En cualquier caso, la primera descripción que tenemos de Pedro, es la que hizo Giulio Alvarotto, que era representante del cuerpo diplomático de Ferrara en Francia. De esta forma describió al Duque Ercole II al joven Pedro:
"Su cara y su cuerpo están recubiertos por una fina capa de pelo de unos cinco dedos de largo (9 cm) y de color rubio oscuro, más fina que la de una marta cibelina y de olor bueno, si bien la cubierta de pelo no es muy espesa, lo que permite apreciar bien los rasgos de su cara.". Alvarotto, fue muy diligente al informar sobre el fenómeno que entretenía a la corte francesa, y decidió que Pedro venía de América.
El rey Enrique II, se encariñó con el niño y decidió que viviría en la corte, recibiendo la mejor educación posible. Así que Pedro creció y estudió bajo la protección del monarca francés. La educación del muchacho fue encomendada a Francois Vacheri que recibió el rimbombante título de “gouvernement du saulvaige du roy nostre sire” (gobernador del salvaje del rey, nuestro señor). Incluso llegó a trabajar como “Servicio de Boca del Rey”, es decir, probaba la comida antes que el monarca por si estaba envenenada, un trabajo que bien mirado es un tanto expuesto pero, según parece, estaba bastante bien valorado. Pero a los pocos años, el rey falleció.
Pedro se casó con una joven, dama de compañía de la reina consorte Catalina de Médicis, llamada Catherina y como era de esperar, la enfermedad fue transmitida a la inmensa mayoría de sus hijos. De seis hijos que tuvieron, cuatro de ellos sufrían la enfermedad. Fueron tres varones y tres hembras, Madeleine, Enrico, Fransoise, Antoniette, Horacio, y Ercole. Solo se vieron libres su hija Françoise y Ercole, este último murió siendo niño.
Hay quien dice que fue la reina, Catalina de Médicis quien al enviudar se acabó desentendiendo de los González, enviando a la familia a la corte de Margarita de Austria, duquesa de Parma; otros dicen que, por el contrario, la reina protegió a Pedro y su familia hasta el final de sus días, el caso es que se trasladaron a Italia, bajo la protección de los Farnesio. La familia González durante años, visitó varias cortes europeas. y allá donde iban causaban una tremenda admiración. Tal es así que se hicieron retratos de todos los miembros de la familia, actualmente casi todos se exponen en el Castillo de Ambras en Austria, encargados por el Duque Carlos de Habsburgo. Fueron pintados por artistas importantes de la época, como, Agostino Carraci o Lavinia Fontana. No sólo la familia fue retratada, también fueron constante objeto de estudio. El científico Ulisse Aldrovandi examinó a Antonietta, esta es la descripción que hace de ella:
“La cara de la niña estaba cubierta de pelo, excepto las narices, los labios y alrededor de la boca. Los pelos de su frente son más largos y duros que los que cubren sus mejillas, aunque estos son más suaves al tacto que el resto del cuerpo. , y tiene pelos en gran parte de su espalda y pelos amarillos que la cubrirían hasta el inicio de las ingles.”
Los hijos de Pedro corrieron similar suerte que su padre, pasando a formar parte del personal de distintas cortes europeas. También algunos de ellos tuvieron hijos que heredaron a su vez la enfermedad. Pero la pista de la familia González se diluye en la tercera generación. Se sabe que Pedro González murió en 1618, es decir, rondando los 80 años en Capodimonti, Italia, gran longevidad teniendo en cuenta la época.
La familia González tiene un gran mérito, por la forma que tuvieron de aceptar su situación y la manera tan positiva de vivir dentro de sus limitaciones y a causa de su enfermedad en aquella época. En Europa, las leyendas sobre el hombre-lobo estaban muy extendidas y no hay más que ver los retratos, para imaginarse lo que muchas personas pensarían al verlos, sin embargo ellos vivieron en varias cortes europeas y jamás sufrieron penurias económicas.